lunes, 22 de octubre de 2012

No sé muy bien que digo.

Una parada. Un punto muerto. El tiempo cero, cuando toda la energía y la matería estaba concentrada en una sola densidad infinita. Y ¿cuánto de eterno es lo infinito?
Un instante, un suspiro. Las miradas que se cruzan dos desconocidos al encontrarse por la calle, la incertidumbre de ese si o de ese no en los segundos que dura una proposición de matrimonio... El todo y la nada. La nada y el todo. El ser y no estar, existir. El hecho de darle un significado a las cosas simplemente por nombrarlas. No podemos representar todas las realidades en nuestra cabeza... No todo tiene su imagen. Pero, ¿qué es la realidad realmente? y ¿quién decide lo que es y no es irreal? Puede que en tu universo no, pero en mi mundo, sea más que apariencia esto que creo.
El pretender saber y conocer todo aquello que nos rodea, sin caer en la cuenta que sufrimos un continuo cambio que nos lo impide.
El tiempo no pasa sino te cambia, ¿sabes?
Tiempo... Espacio, sueños, metas, miedo y frío, ilusiones, decepciones... Todo.
Todos somos tiempo. Cuerpos, mentes, almas... Pero todos somos tiempo.

Polvo de estrellas.

Como la sensación de poder respirar una tranquilidad que no encuentras en cualquier parte. La sensación de hacerte grande. Como la sensación de ver todo parado, y todo en movimiento, avanzando, pasando los años y aumentan los daños y seguimos tumbados, con los ojos cerrados...


Hoy no sé muy bien lo que digo.

martes, 9 de octubre de 2012

Malditos signos.

Porque, ¿qué otra cosa es el sentimiento de lo cómico sino el de la emancipación de la lógica, y qué otra cosa sino lo ilógico nos provoca a risa? Y esa risa ¿qué es sino la expresión corpórea del placer que sentimos al vernos libres, siquiera sea por un breve momento, de esa feroz tirana, de ese fatum lúgubre, de esa potencia incoercible y sorda a las voces del corazón?
El peso del vacío, que es seguramente lo que más nos pesa.





En España no faltan quienes escriben bien, lo que falta es quienes piensen o sientan.

No te hagas odiar.

Se espera a que transcurra el tiempo en la ausencia pasajera del otro - del marido, del amante-,y en la indefinida, y en la que no es definitiva pese a tener pinta de serlo y a que nos lo susurre persistente el instinto, al que decimos: ''Calla, calla, apaga esa voz, todavía no quiero oírte, aún me faltan fuerzas, no estoy lista''. Cuando uno ha sido abandonado, se puede fantasear con un retorno, con que al abandonado se le hará la luz un día y volverá a nuestra almohada, incluso si sabemos que ya nos ha sustituido y que está enfrascado en otra mujer, en otra historia, y que sólo va a acordarse de nosotras si de pronto le va mal en la nueva, o si insistimos y nos hacemos presentes contra su voluntad e intentamos preocuparlo o ablandarlo o darle lástima o vengarnos, hacerle sentir que nunca se librará de nosotras del todo, que no queremos ser un recuerdo menguante sino una sombra inamovible que lo va a rondar y acechar siempre; y hacerle la vida imposible, y en realidad hacerlo odiarnos.

-Javier Marías.

martes, 2 de octubre de 2012

Mientras se nos recuerda, seguimos vivos.

No creo en Dios. Ni creo en el cielo.
Las personas mueren. Y muere su cuerpo, muere su alma, muere su mente. Es un instante donde todo su organismo deja de funcionar. Y ya está. Son cuestiones biológicas. Naturales. O no. Pero en el caso general si. Yo no creo que su espíritu viaje por el mundo hasta que ya se sienta en paz, y pueda irse al cielo. No creo en la reencarnación ni en las segundas oportunidades. Todos somos conscientes de que vamos a morir. Muchos de nosotros nos pasamos media vida preparando el cementerio. La magia es que ninguno tenemos la fecha de caducidad inscrita en nuestro DNI cuando nacemos y nos identificamos. Sería horrible vivir pensando en cuántos días te quedan. Hay que disfrutarlos todos, desde ya. No como si fuesen los últimos, sino el primero.

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Nadie puede valorar todo lo que le aporta una persona, hasta que de pronto dejas de tenerla. Y entonces la echas de menos.
Uno de mis libros favoritos (Marina) decía algo así como: "Mientras se nos recuerda, seguimos vivos". Nosotros somos los que tenemos la posibilidad de seguir sintiendo a esa persona. De seguir manteniéndola entre nosotros. Por mucho que ya no esté físicamente en la tierra. Por mucho que ya no puedas abrazarla, ni puedas reírte con ella como tantas veces te gustaría. Cada persona deja su marca. Cada persona deja su historia, deja su pasado, sus recuerdos. Sus lugares. Alegrarse y poder sentirte satisfecho de que la vida que has tenido es la adecuada. De que la has aprovechado y has hecho todas las cosas que querías hacer y con quien querías hacerlas. Y que los demás se den cuenta, de que por mucho que en grandes ocasiones podamos sentirnos impotentes y completamente solos, sigue estando ahí. En Madrid. Contigo, donde sea.


Cierra los ojos. Respira tu aire. Recuérdala. Y ahora sonríe y sigue disfrutando de tu vida.
Es todo lo que tienes que hacer.

lunes, 1 de octubre de 2012

Lo que esconde tu nombre.

Un instante. Definitivo.
Algunas personas deberían ser eternas.

Lo cierto es que pasamos el tiempo intentando darle un sentido a la vida... Buscando respuestas e inventado nuevas preguntas. Centrándonos en lo importante, y en lo que no es tan importante. Hasta en lo que podría ser importante.
No nos damos cuenta de que la vida pierde el sentido cuando se lo encuentras. Lo imprescindible, es lograr encontrar a ese alguien con quien poder llegar a obtener ese sexto sentido. Esa capacidad in-creíble de comprender cada palabra que describes, cada suspiro. Y a la vez no. Es la magia de no entender lo que dice y a la vez saber a que se refiere. Sentirlo. La sensación de compartir tu mundo con otra persona... Con otro mundo. Porque cada persona es un mundo. Poder llegar a conocer bien otro mundo es jugar con ventaja. Es aprender. Es sentir que solamente con escuchar, asimilas tanto en tu cabeza (y en otro sitio, más o menos por la altura del pecho)que te sientes lleno. Aunque sea un universo paralelo. Aunque no estés de acuerdo con lo que dice. Porque eso es lo mejor. Poder convencer o convencerte de nuevas ideas. De nuevos pensamientos. Todos vivimos en una misma sociedad, todos nos educamos bajo unos mismos conceptos... La cuestión es tener ese espíritu crítico. Exprimir esa posibilidad que nos ofrecen llamada "libre pensamiento". Y entonces ir formando tu mundo.
No es fácil compartirlo. Hay que tener mucho valor para poder confiar en alguien de esa forma. Hay que elegir bien. Ser conscientes de que estás dando una gran parte de ti a tú alguien, y que hay un alto porcentaje de que esa parte regrese de sus manos hecha pedazos algún día. Así, sin más. Pero no lo piensas. Ni quieras pensarlo.

A veces las palabras unen más que los besos, y que las caricias, y que un simple roce de mejilla. Sólo mantén esa mirada fija.
Probablemente es lo que más echamos de menos cuando nos sentimos vacíos, aunque no nos demos cuenta. Pero no es fácil descubrir ese alguien capaz de completarte de esa forma.


Que no tengas que perderme para darte cuenta de que ya me has encontrado.

Aléjame del ruido.