miércoles, 28 de noviembre de 2012

No dije para siempre, pero ¿quién dijo hasta nunca?

Un extraño. Un desconocido. Eso que te atrae. Ese miedo y esas ganas de descubrirlo. De conocerlo. De imaginarlo. El sorprenderte. Las miradas de complicidad y de incertidumbre, de pánico, de huida, de duda. De ensueño y sueño. La historia que te creas. La historia que nunca llegarás a conocer. Ni quieres conocerla. ¿O si?
Pero ya dejaría de ser desconocido... Lo desconocido, lo especial. Esa parte de una persona que la hace interesante. Ese decir... "tengo ganas de conocerle". Y saber que siempre te quedan cosas por conocer. Siempre.
Esas primeras sonrisas y esos primeros gestos que te asombran. Las peculiaridades de una persona. Su forma de hablar, su forma de vestir y hasta la forma de como lleva su forma de vestir. Su voz. Su voz y su risa. Ese eco que perdura eterno en tu memoria. Imborrable. Nada es eterno, pero nadie habló de infinito.
Su mente. Su pasado, su presente, su destino. Tu destino. Vuestro destino.



Una forma de poder para el tiempo.

¿Un billete de salida?

Busca, encuentras. No busques. Te encuentra solo.
Si quieres ser feliz no analices. Perdona, olvida, escucha, aprende. Crece. De los errores se aprende.
Demasiado irreal para ser cierto. Y aún así lo es. Disfrútalo. Disfruta todo. Hasta los días de lluvia con las calles vacías, hasta el frío que implora abrazos, hasta el calor que te refresca... Disfruta las mañanas pesadas, y las noches. La soledad y la compañía. Las risas y los días de lágrimas. Vence y pierde. Pese, pese y lo que pase.
Como si estuvieras con las maletas hechas esperando en la entrada. Esperando que alguien te coja y te lleve. Pero sólo prometiéndote un billete de salida.

Escribe,canta,dibuja. Aunque no sepas hacerlo. Nadie sabe. Sólo algunos se atreven a hacerlo, y lo hacen. Y otros se encogen. Agrándate. Confía en ti.
La clave del éxito está en que uno se crea que puede ganar.

Como siempre. Como nunca. Casi rozando el cielo.

Dijimos que el tiempo era el enemigo pero él no es el culpable de que se consuma.

En el fondo, nos estamos consumiendo.

lunes, 26 de noviembre de 2012

lunes, 12 de noviembre de 2012

1/2s.

Quién lo diría.
Que rápido pasa todo, ¿verdad? Nos pasamos la vida esperando, esperando a los queridos 18, esperando terminar el bachillerato, terminar la carrera y hasta el trabajo para obtener la jubilación y sentirte por fin en paz. Entonces desearíamos congelar el momento. Entonces esperamos no esperar, no seguir. Como si nos diera miedo avanzar, y darnos cuenta de que personas que teníamos alrededor de nosotros ya se las está llevando el tiempo. Cuánto hemos vivido ya... Sin darnos cuenta. Realmente los adultos no son tan diferentes de los jóvenes. Les diferencia la experiencia, el grado de responsabilidad de sus actos. Pero en el fondo te enfadas con tu mejor amiga con trece años y te enfadas con tu mejor amiga con cuarenta y tres. Cuando creías que ya no podía aparecer nadie más en tu vida, que ya conoces todo lo que tenías que conocer, descubres que aún quedan miles de sitios que viajar, aparecen personas que en un abrir y cerrar de ojos marcan tu vida dejando una huella clara. Más o menos como esas huellas de la playa por la parte de la arena que está algo mojada, y que al poco tiempo una ola las captura, haciendo que a penas quede rastro de ellas. La diferencia es que aquí no hay olas. Solo tierra mojada.

Que de veces nos habremos imaginado nuestra vida, nuestro futuro... ¿Y cuándo llegue a los cincuenta? ¿Estaré casada, tendré hijos, un chalet cerca de la playa...? Probablemente no viva en mi ciudad. Viviré fuera de mi país y seré rica. O mejor, estaré casada con un hombre millonario. Y tendré todo lo que quiera. Qué fácil y que gratis es soñar, ¿no?

Lo cierto es que a veces la realidad es mejor de la que creíamos. Y eso es lo que a día de hoy tenemos que tener en cuenta. Sentirte satisfecho con la vida que has llevado y tener esa seguridad de que todo va a ir bien. O no tenerla, pero quizás saber que cuentas con las personas que tienes que contar para conseguirla. Y eso es fácil. Nos podrán echar del trabajo, tendremos que prescindir de actividades que antes nos podíamos permitir sin apuros, nos conformaremos con viajar a nuestro norte en vez de visitar África, pero los mejores ratos de felicidad con los tuyos no te los puede quitar nadie. Y al final eso es tiempo. Eso es lo que cuenta. Las personas que estamos aquí, contigo. A tus cincuenta, bien mantenidos.

Que tienes tres hijas estupendas, diferentes, con sus más y sus menos, pero cada una con un futuro por delante y unas ganas terribles de vivir. Unos padres que se han permitido el lujo de ver pasar su vida y la tuya y hasta la de sus nietos más pequeños, y lo que aún les queda por ver. Es probablemente una de las cosas que más deberíamos valorar. Y poder contar con amigos de la carrera, de hace muchos muchos años pero que aún permanecen como el primer día, así como con nuevos compañeros que aportan tanto en tu vida como los de décadas anteriores. Saber que no estás sola. Que siempre quedarán cosas por hacer y sobre todo ganas de hacerlas; cientos de libros más que leer, de películas sin argumento o guión alguno que ver y no entender, de playas y montañas que caminar, ciudades que conocer, sensaciones que experimentar...


Llora si tienes que llorar. Por pensar en cuánto hemos crecido ya. En cuanto hemos cambiado. Y esa rabia y esa impotencia de no poder hacer nada, de estar atrapado en un camino sin marcha atrás, con sentido único, la vida. Pero sonríe porque la has disfrutado. Porque lo has hecho lo mejor que has sabido hacerlo. Por no malgastar el tiempo. Que si a los sesenta aún nos tenemos que tirar en paracaídas lo haremos. Aún nos queda vida y ganas. Aún nos queda tiempo.

http://www.youtube.com/watch?v=fjdskNrx9vI

Por que cuente.

sábado, 3 de noviembre de 2012

El único pasado que me importa es lo que he pasado contigo.

No podemos pretender ser los primeros, o los preferidos, sólo somos lo que está disponible, los restos, las sobras, los supervivientes, lo que va quedando, los saldos. De eso provenimos todos, producto de la casualidad y el conformismo, de los descartes y las timideces y los fracasos ajenos.

Queremos sentirnos únicos y especiales a los ojos del resto, y a los tuyos, y a los míos. Queremos acaparar todo el pasado. Como si al conocer a alguien tuvierais la necesidad de volver a nacer juntos y no quisieras que nada más existiera. Porque nos da miedo. Todo aquello que no conocemos, lo que no hemos podido compartir, lo que ya crecemos sin saber cómo éramos... Cuando nuevas personas se cruzan en el camino, las conocemos sin conocerlas de verdad. Apostamos una confianza infinita al creer todas las historias que nos transmiten de cómo eran, de qué hicieron, hasta de cómo son. Nadie puede asegurarnos que todo ello sea verídico. Pero nos lo creemos. Y nos vamos formando una imagen en la cabeza de esa persona, de todo lo que nos cuenta. Hasta llegar a parecer que la conocemos de toda la vida.

Los recuerdos tienen una potencia abismal para, sin previo aviso, hacerse presente, un día, porque si. Y esa fuerza a veces parece que nunca se va. Y que te come por dentro. Muchas veces vuelve lo que se creía olvidado.

Nosotros somos lo que somos y somos quienes somos, por lo que hemos vivido. Por las experiencias que hemos tenido que sufrir, por los cambios, por los choques, por las salidas. Y a todos nos da miedo que ese supuesto "pasado" ya pasado condicione nuestro presente.
Intentamos superarnos, hacer olvidar. Suprimir. Sentirnos imborrables, marcar.
Deberíamos centrarnos más en el hoy, valorar lo que día a día forma el presente que en un futuro será un pasado que probablemente también recordemos. Lo importante es no quedarse atascado. No perderte lo que queda por perder por seguir perdido en lo que ya perdiste.
No se puede dar marcha atrás,la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único.



Es difícil no ser perseguido por el pasado. Nuestra historia es lo que nos da forma, lo que nos guía... nuestra historia resurge una vez tras otra... Así que tenemos que recordar: a veces la historia más importante es la que estamos creando hoy.