martes, 9 de octubre de 2012

No te hagas odiar.

Se espera a que transcurra el tiempo en la ausencia pasajera del otro - del marido, del amante-,y en la indefinida, y en la que no es definitiva pese a tener pinta de serlo y a que nos lo susurre persistente el instinto, al que decimos: ''Calla, calla, apaga esa voz, todavía no quiero oírte, aún me faltan fuerzas, no estoy lista''. Cuando uno ha sido abandonado, se puede fantasear con un retorno, con que al abandonado se le hará la luz un día y volverá a nuestra almohada, incluso si sabemos que ya nos ha sustituido y que está enfrascado en otra mujer, en otra historia, y que sólo va a acordarse de nosotras si de pronto le va mal en la nueva, o si insistimos y nos hacemos presentes contra su voluntad e intentamos preocuparlo o ablandarlo o darle lástima o vengarnos, hacerle sentir que nunca se librará de nosotras del todo, que no queremos ser un recuerdo menguante sino una sombra inamovible que lo va a rondar y acechar siempre; y hacerle la vida imposible, y en realidad hacerlo odiarnos.

-Javier Marías.

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