martes, 26 de junio de 2012

A veces conviene alejarse...

Cuando te ves obligado a no estar con la única persona con la que realmente deseas estar en ese momento. Y saber que está ahí, al alcance, a dos pasos, que solo tienes que marcar su número de teléfono para verla. Pero saber que no debes hacerlo. Y no hacerlo. Y querer hacerlo.

Cuantas veces nos gustaría hacer cosas que no hacemos. Por miedo, por respeto, por vergüenza...

Hay momentos en los que uno tiene que darse cuenta de las circunstancias, analizar la situación, y entonces medir si vale la pena seguir luchando. Por mucho que no le encuentres sentido, a veces lo mejor es evadirse de la realidad. Pasar el rato, entretener al tiempo. Estar con tus amigos. Con los tuyos. De los que nunca te cansas y con los que sabes que siempre van a estar ahí. Y olvidarte un poco de todo y de todos. Dejar espacio. Todos necesitamos tiempo para nosotros mismos, donde darnos cuenta que quizás deberíamos emplearlo en otras personas. Pero nunca te arrepientas. Si algún día quisiste hacerlo es porque te hacía feliz, y nunca debes arrepentirte de nada que te haya hecho feliz.
Alejarse de una persona también puede tener su lado positivo. Cuando pierdes ganas. O al menos, si consigues exprimir esa parte positiva, te hace sentirte mejor.

Si dos personas están destinadas a estar juntas siempre encontrarán la manera de regresar.

Siempre hay un momento en el que el camino se difurca, cada uno toma una dirección, pensando que al final los caminos se volverán a unir. Desde tu camino ves a la otra persona cada vez más pequeña,pero no pasa nada, estamos hechos el uno para el otro, al final estará él. Pero al final solo ocurre una cosa...


A veces conviene alejarse, y otras te preguntas por qué te has alejado tanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario