martes, 26 de junio de 2012

Confía en lo que quieres, o constrúyete otro templo.

En algún momento hay que decidirse. Los muros no mantienen a los demás fuera, si no a ti dentro.

La confianza es algo imprescindible en cualquier tipo de relación entre dos personas. Aporta comodidad, complicidad, unión. En el fondo una relación sabes si es real, "válida", cuando tienes la certeza de que puedes confiar en la otra persona. Creer en ella. Y eso implica muchas cosas. No es simplemente contarle algo que no debe saber nadie y que sepa guardar un secreto. Es mucho más que eso.

Confiar en alguien es prometer y cumplir, o que sobre prometer porque sabes de sobra que siempre va a cumplir. Asegurarte de que puedes contar con ella en cualquier momento, que no te va a fallar. Abrirte a ella, mostrarle cosas que a algunas personas les cuesta mostrar y que no sueles mostrar a nadie. Enseñar como eres. Dejar que te conozcan de verdad, en profundidad, de esa forma que muy pocas personas llegan a hacerlo.

Tú eres quién decide qué y en quién creer, y que creerte de todo lo que crees. Tú eliges en quién decides apostar, y aunque muchas veces nos equivocamos, esta confianza se puede perder. Y se puede volver a recuperar. Se pueden ir volviendo a sembrar semillas, se pueden desatar los nudos que se han ido generando, se pueden pegar los pedazos, pero lo que está claro es que la planta tardará más en crecer, la cuerda que tenía el nudo perderá rigidez y la figura que pegaste ya no es la misma.
Nada es lo mismo. Nosotros tampoco somos los mismos.


Deja de hacerme perder mi confianza en ti, porque acabarás perdiéndome tú a mi.

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