viernes, 1 de agosto de 2014

Lo mejor será que empiece por presentarme.
Soy pura duda. Lo más parecido que existe a una interrogación, a la incertidumbre. Y aún así amanezco algunas noches con la certeza de que hay algo certero. Aún así, me atrevo a decir quién soy.

Soy la marea del Océano en calma antes de sacudir la tormenta, y, Pacífica, la contengo.

Soy ese pájaro que se quedó encerrado en su jaula con la puerta abierta porque no le enseňaron a volar a tiempo.

Soy un paréntesis efímero que muchos decidieron tachar y otros tantos prescindieron de leer, perdiendo así su significado.

Soy esa mano izquierda a destiempo que acompaňa en el Nocturno de Chopin, tan esencial que algunos aprendieron a tocar en braile.

Soy la contradicción y el desajuste mental más cuerdo que la razón haya escuchado jamás.

Soy tan débil que a veces me siento fuerte de entender que el miedo que llevo conmigo no es por lo que se me viene encima, sino por lo que se va.

Soy la libertad de un cuerpo secuestrado por su dependencia, atado a un alma que no sabe dónde está.

Soy el espítiu de un viajero que, a mitad de camino, decidió sentarse en la orilla a ver la vida pasar.

Soy el punto 'infinal' de los finales.
Lo que viene detrás de los puntos suspensivos...

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