jueves, 3 de enero de 2013

Time of your life.

Acostumbrados a vivir estimulados por personas que siempre quieren lo mejor para nosotros. O por personas experimentadas que siempre van a decirte "aprovecha esos años, son lo mejor".
Se valoran muy poco a los ancianos, a los abuelitos y abuelitas que gastan su tiempo sentados en un banco de un parque viéndolas pasar. Viendo la sociedad desarrollarse, viendo el mundo crecer. No con ellos. Ya han vivido demasiado. Ellos si que son los verdaderos filósofos, maestros o padres. Los consejos que te de un abuelo no te los va a dar nadie. Estate seguro. Y aunque les veas así, tan mayores, tan consumidos, en el fondo saben lo que piensas, y lo que sientes probablemente ellos ya lo hayan sentido repetidas veces, aunque parezca que se trata de otra dimensión. Han vivido en ellos tantos cambios, han compartido tanto... Ahora que lo pienso no me extraña en absoluto que mi abuela siempre se ponga tan ñoña y nostálgica cuando nos despedimos de ella por Navidades. Hace poco una amiga que se aproxima a cumplir la mayoría de edad decía que no quería, que le agobiaba el paso del tiempo y la impotencia de no poder hacer nada... imaginaros una persona de 80 años. Qué barbaridad. Es un "ya está". Lo que tenía que hacer ya lo he hecho, de lo que me he podido arrepentir ya me he arrepentido. Ya he formado mi vida, y hasta he visto como ha ido construyéndose la de mis hijos y como va creciendo la de mis nietos.


Qué grandes son. Más de cincuenta años nuevos ya juntos dándose entre ellos el primer beso.

En el fondo si os dáis cuenta, por mucho que cada uno tenga sus prioridades y haya personas que no "crean" en el amor, que lo vean como algo secundario y no imprescindible, la mayoría de las personas la meta de sus vidas es encontrar a alguien con quien compartir el tiempo, un piso y una familia, un trabajo y salud. En el fondo todos somos producto (o no) de amor. Por eso quizás por naturaleza el ser humano necesite sentirlo. Aquellas personas que dicen "yo no creo en el amor". ¿Qué creen? El amor no es una religión, ni ningún tipo de ideología. Estoy casi segura de que todas aquellas personas que dicen "no creo en el amor" terminan su vida habiéndole dicho a su persona; "hasta que te conocía no creía en el amor". Tú no puedes decidirlo. No se busca. El amor real es ese tipo de cosas incontrolables y que quizás por ello cientos de veces se nos va de las manos. Un cálculo equivocado, una excepción que confirma la regla, aquello para lo que siempre habías utilizado la palabra 'nunca'. El caer en la cuenta de que 1+1 no es lo mismo que 2 y entender que una sola persona puede convertirse en tu amigo, tu familia, tu pareja, tu confidente, tu amante y tus ganas. Y tú todo. Más que tiempo. Es creerte que aún había millones de sensaciones que desconocías y que tú sola no ibas a encontrar. Es no querer buscar explicaciones, no medir, no pedir, no mentir. Sólo reir. Por ello, y por un número infinito de razones que soy y somos incapaces de describir (incluir el término 'indescriptible' dentro de tu vocabulario también forma parte del amor) añadir que no. Que no hay que pensar que no se cree en él. Que tú no crees en algo, crees en alguien. Y es cuestión de finalmente, o sin finales, encontrar a esa persona. A ese 'tú' que haga un 'vosotros'. Y sentirte a gusto, primero contigo mismo, luego con él/ella. Hay muchos peces en el mar. De todas formas, siempre queda la opción de morir con siete gatos y dos periquitos y pasarte tu vida escribiendo libros y viajando. También es una posibilidad. Ya veremos.

Mientras tanto, como digo siempre, a disfrutar. Que son nuestros años, señores. No hay que desaprovecharlos.



Estos momentos nunca más van a volver.

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