lunes, 10 de diciembre de 2012

Sáborea el viaje.

Muchas veces tenemos lejos de nosotros a personas cercanas. Cercanas espiritualmente. Independientemente del resultado de la autopsia, lo que nos acaba matando suele ser algún tipo de distancia. Puede que sea por los kilómetros que separan ambos cuerpos, por el hecho de que la otra persona esté en otra ciudad, o en otro país. Más duro es cuando la persona a la que te encuentras todos los días y ves físicamente de manera rutinaria parezca como si estuviera desaparecida. Como si no estuviera. Términos a los que no hay que llegar nunca.


Salir a fuera te hace aprender. Muchísimo. Te hace crecer, viajar te enriquece. Y ya no hablo solo de lengua, cultura o incluso arte... Hablo de ti, de uno mismo, como persona. Te aporta todas las cosas que en todo el tiempo que has estado en tu lugar no has llegado a experimentar. Hace que puedas valerte por ti misma, que conozcas y descubras lugares en ti que hasta ahora no conocías. Debería ser obligatorio. Y gratis. Debería poder hacerlo todo el mundo, sin necesidad de papeleos y pasaportes y líos. Deberíamos de ser libres para trasladarnos y conocer. Y aprender. Y ver mundo desde otro punto de vista diferente, desde otro ángulo, desde otra perspectiva. Es entonces cuando realmente nos damos cuenta de las cosas. Es entonces cuando podemos cambiarlas, rectificar, mejorarlas. A veces dentro de determinadas circunstancias es complicado decidir, puesto que cuesta infinidad admitir esa necesidad de un cambio. A veces necesitamos mirar las acciones desde fuera para poder reaccionar. Y nunca es tarde. Nunca.


Lo importante es saber qué y quién es lo importante. Y saberlo todos los días. Contar con tu familia. Que en el fondo son las personas que, por suerte o por desgracia, van a estar siempre a tu lado. Vas a tener que convivir con ellas el resto de tu vida. Son todo lo eternas que tú serás. Ni efímeras, ni pasajeras. Siempre que quieras van a estar ahí, sin miramientos, ni reproches. Y es importante saber que aunque cueste creerlo a veces, por muy diferentes que puedan parecer a ti, son el mayor punto de apoyo que tenemos. Todos. Hay que aprender a valorar las cosas. Y las personas. Y más en estos tiempos. Y en otros tiempos. Y mañana. Y pasado. Y al otro.
Y siempre.

Cuando tu único equipaje son las personas con las que estás.

Taking off.

No hay comentarios:

Publicar un comentario