Las manos sucias, y descalzas también. El alma blanca y la paz presente.
La música y el ambiente. El mar y la playa. Las canciones sonando en el momento preciso que te gustaría escucharlas.
Las personas. Las personas y su sonrisa, y su magia, y su tacto. El viento caliente y cercano. Las sonrisas de complicidad en cada cruce de miradas. Las palabras y las risas como un eco por las noches. Y las noches. Los mojitos y la fiesta y los bailes y las ganas.
El desconectar del mundo real y disfrutar. Aprender a disfrutar desconectando y tener la necesidad de no volver a conectar jamás. El amor y la amistad.
Conocer, aprender y viajar. Y hasta enseñar.
El surf y los paseos en bici, yoga y patinar. Sentirte bien.
Sentir el verano y la tranquilidad.
En definitiva...
...Francia y sus siete días de felicidad.
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